Pero me vuelvo ñoña. Sí, ñoña; no entiendo porque cada vez que trato de escribir sobre algo solo te me pasas tú por la cabeza y no me dejas espacio para nada más. Y ahora que me propuse descuidarme de pensarte y escribir de otra cosa, fíjate de que escribo.
Me di cuenta ayer mientras caminaba por el paseo de la playa de que no es nada malo pensarte siempre, ni echarte de menos, ni ponerme cariñosa así de vez en cuando... porque al fin y al cabo todo volverá a estar destinado a ti.
Es absurdo, porque me crece el miedo de que llegue el día de que, pensarte, echarte en falta y todas esas cosas empalagosas que se me ocurren, se acaben por el simple hecho de pensar que te aburren. Y ese miedo se acentúa porque pienso que en algún punto a ti te pasará también. Pero por ahora, continuemos tocando el cielo.
Érase una vez dos enamorados, con miedo a desenamorarse.
GSam