Estoy, no estoy.
Aparezco, desaparezco.
Me dan, de vez en cuando, uno de esos ataques bipolares que solo entiendo yo y que solo puedo dominar yo; nadie más... No me preguntes por qué, porque sinceramente, no se que me pasa. Es una lucha dentro de mi entre todos mis sentimientos. Algunos salen a la luz intentando encontrar a aquellos que se esconden por las sombras y las zonas más perdidas de mi ser y cuando se encuentran, se entrelazan y ambos dos se alternan. Y lo paso fatal.
Tengo que aprender a aprender. A no tropezar una y otra vez con una misma piedra. A seguir adelante, pase lo que pase, que la vida es corta. Tengo que aprender a aplicar los consejos que a veces salen de mi boca, porque yo soy de las que aconsejan, pero luego se pierden en su cabeza, en sus ideas, en sí misma... así soy yo, tan y exageradamente yo, que a veces ni me reconozco.
Hoy es una de esas noches en la que estás realmente jodida y aunque tienes a muchísima gente a la que recurrir y que sabrías que te ayudaría, prefieres envolverte de tus propias palabras, disfrutar de ese silencio y con las lágrimas, limpiar y aclarar todas tus ideas. No me insistas por favor... a ti no te odio, es más, te quiero con todas mis ganas, me odio a mi porque a veces puedo resultar repugnante.
Supongo que hay que dejar que todo salga como tenga que salir, sin pensar todo el tiempo en nuestro futuro y yo mientras tanto, aprenderé a no comerme la cabeza pretendiendo que todo vaya perfecto, porque la perfección no existe. Y aún no entiendo porque inventan esa definición tan estúpida si hoy en día nada es lo que parece.
GSam
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